Suplen los impulsos naturales nuestra falta de valentía
Desmantelan las palabras los pensamientos de la mente
cuando escasea el tiempo para maquillarlos
Buscamos subyugar a los demás a nuestros intereses
Pecamos de soberbia cuando nos creemos intocables,
olvidando nuestra propia fragilidad y drogándonos de vanidad
Fuimos partícipes de la mascarada de la falsedad
Embutimos nuestros rostros en los antifaces del desdén y el desprecio
Apartamos la pureza innata provista por una divinidad y fenecimos
en la ignominia que nosotros mismos buscamos en la flor de la juventud.
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