30 de Enero de 2011
El
viento frío del invierno azota en la cara mientras las piernas
gritan de dolor y cansancio cuando el ciclista se dirige a su
destino, atravesando un carril lleno de barro y con muchos baches.
Quizá el ciclista haya escogido el camino menos adecuado para llegar
antes a su destino porque quería desviarse a observar las maravillas
de la naturaleza, los pequeños detalles en los que yendo en coche o
en tren no puedes fijarte. La belleza de un olivo, una flor que
desafía al frío o pequeños charcos que embarran el camino son
suficiente motivo para robar importancia al tiempo y pararse a
contemplar tan grandes prodigios divinos.
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