14
de Noviembre de 2010
Ofrecer, qué verbo tan
modesto. Ese verbo al que tantos y tantos le dan un significado que
en ocasiones no tiene o que simplemente se usa en situaciones
convenidas. ¿Qué es lo que máximo que se puede ofrecer y qué no?
¿Hasta qué punto se estaría dispuesto a ofrecer sin recibir? ¿Se
puede ofrecer la gloria, la fama y el poder? Aceptar alguna de estas
tres quimeras desemboca en la esclavitud de deseos efímeros con los
que evadirse de la realidad, un engaño a uno mismo.
Todo frente a nada o mucho frente a poco. En más de una ocasión la elección resultaría fácil. Algunos se conforman con tener un piso decente, un coche caro, y mucho dinero. Otros, con ser felices les basta.
Querer abarcar todo no es sino el miedo a quedarse sin nada.
Todo frente a nada o mucho frente a poco. En más de una ocasión la elección resultaría fácil. Algunos se conforman con tener un piso decente, un coche caro, y mucho dinero. Otros, con ser felices les basta.
Querer abarcar todo no es sino el miedo a quedarse sin nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario